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Pero las inquietudes sobre el cómo íbamos mejorando nuestras relaciones comunitarias, como íbamos proyectando nuestro carisma en las obras, estaban presentes en nosotras, tanto que empezamos a participar en varios seminarios dictados por C E P L A N E (Centro de Planificación Eclesial), dirigidos por el Padre Cabello, Religioso de la Congregación del Sagrado Corazón, con su equipo.

Al fin recurrimos directamente a él, para que nos guiara para revisar nuestro vivir y nuestro actuar en las obras según la proyección del carisma: era el año 1986.

Fue un trabajo penoso y largo, pero a la vez liberador. Y clarificador de todo lo pedido como marco de referencia, profesores, alumnos y apoderados, nos miraron y por medio de cuestionarios, hicieron resaltar nuestras luces y sombras: vimos claro que lo que nos pedían, era ver en nosotras, no buenas profesoras, sino guías espirituales, cabezas directivas, para llevar todos los estamentos hacia una educación de personas en su calidad de hijos de Dios, de personas para convivir en paz y amor y fraternidad como una gran familia.

Este largo trabajo desembocó en la necesidad de tener un Proyecto común para todas nuestras escuelas ( P.E.C) Proyecto Educacional Congregacional) y este se concretizó en el verano de 1991, para caminar hacia una meta común con ideas claras a seguir que nos permitieran una buena organización de nuestra labor educativa. Este plan, después de haberlo puesto en marcha y experimentado, no se ha quedado así, sino que ya ha sido corregido porque también el gobierno ahora lo exige. Nuestros profesores también trabajaron con nosotras en la formulación del P.E.C. Es necesaria su colaboración en la aplicación del proyecto y más aún que sean la prolongación de nuestro actuar, según nuestro carisma entre los alumnos y apoderados. Empezó entonces su formación espiritual sistema en cada escuela, haciéndolos participar también en congresos para profesores católicos organizados por la vicaría de Educación, hasta, al fin organizar la pastoral de los profesores, donde, mes a mes reciben sus instrucciones formativas.

Ahora, después de casi veinte años del accidente que nos atemorizó y a la vez nos hizo reflexionar sobre nosotras mismas y nuestro actuar, vemos con agrado lo que dice San Pablo en la carta a los Hebreos (12,7-12) “Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, ni desfallezcas cuando él te reprende. Pues a quien ama, corrige el Señor; y azota e todo aquel de quien cuida como hijo... Dios se comporta con vosotros como con hijos. Porque ¿qué hijo hay a quien su padre no corrija? Si os quedáis sin corrección, en lo que a todos cabe su parte, es que no son hijos, sois bastardos.”... Es verdad que cualquier corrección que antes pareciera causa de dolor y no de gozo, después produce en los que así han sido formados frutos de paz y de justicia.

Pero nuestra labor no se ha quedado solo en los profesores; también desde Roma, después de los distintos capítulos generales, se insiste sobre nuestra formación permanente, tanto que la Madre general Sor Maria Damiana Di Lauro nos envió, al Padre Giorgio Zevini, Salesiano y Biblista de la Universidad Salesiana de Roma, para que nos iniciara en la “Lectio Divina”.

Sus primeras instrucciones fueron sobre el Evangelio de Marcos. Pero no nos dejó aquí: dos años después volvió para comprobar nuestra perseverancia y aprovechamiento en la Lectio Divina.

 

CONGRESO DE PROFESORES CATÓLICOS

 




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Historia Congregación en Chile (italiano)

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